El tiempo entre costuras

Uno de mis recuerdo de infancia, era la máquina de coser Singer que tenía mi madre.
Con cuatro hijos, era frecuente cosernos bajos, cremalleras o realizar disfraces para carnaval.
Aprendió costura en el taller de Carmen Fatjó, en el carrer de la Portaferrissa, distrito de Ciutat Vella (Barcelona)
No muy lejos de allí...en la emblemática boutique Santa Eulalia situada en Passeig de Gràcia, mi tia Lin hacía confección a medida para la gente pudiente de la Ciudad Condal.
Por cierto, hace un par de años la mítica casa realizó una impresionante reforma de local, diseñada por el prestigioso arquitecto americano William Sofield (digno de otro post)
Y la costura llegó a mi vida el verano pasado...
Aprovechando la cantidad de telas bonitas que tenemos en este lado del planeta, tal vez era momento de aprender de mi madre un poquito de técnica.
Os dejo una pequeña muestra de cojines realizados en Aguamarina.

 
 
 
 


 
 




2 comentarios:

  1. Bellos cojines, linda historia, bonitas fotos

    ResponderEliminar
  2. Hola! Qué chulos y bonitos son los cojines. Qué colores más vistosos! Haz más que quiero ver más creaciones.

    Muchos besos.

    María José.

    ResponderEliminar